Esta campaña surge ante la problemática del gran volumen de bolsas plásticas utilizadas y entregadas a los afiliados en la farmacia gremial que -si bien son reutilizables y reciclables- suelen ser desechadas luego de un solo uso y sin ingresar al circuito de reciclaje correspondiente. Este volumen inmenso de residuos plásticos, supone un fuerte y negativo impacto ambiental para la ciudad y los alrededores.
Desde el SECZA optamos por la entrega de bolsas compostables y fomentamos el cambio de hábitos en los afiliados y afiliadas para tomar conciencia y responsabilidad en el uso de cualquier tipo de bolsa para transportar mercadería y objetos que son posibles de llevar en la mano, cartera, bolsillos, mochila, etc.
Las bolsas plásticas tradicionales están fabricadas con polietileno u otros derivados del petróleo y el gas (hidrocarburos); cuando son descartadas y comienza su degradación sus químicos son nocivos para el ambiente y para la salud humana. Los plásticos de bolsas tradicionales tienen una vida media entre 10 y 150 años dependiendo del material con que estén fabricadas, esto significa que su duración es de un plazo extremadamente largo, permaneciendo en el ambiente y sin llegar a degradarse nunca completamente. Con el tiempo, terminan transformándose en microplásticos, partículas ínfimas que no pierden su toxicidad y al ser ingeridas por los animales se bioacumulan en los tejidos pasando a través de los diferentes niveles de la red trófica. ¿Qué quiere decir esto? Que los microplásticos ingeridos por un pequeño pez que a su vez es devorado por un depredador y así sucesivamente, no son eliminados, si no que se acumulan, llegando así muchas veces a ser consumidos por las personas, por ejemplo.
Al ser descartadas la mayor parte de estas bolsas terminan en el océano, rellenos sanitarios y basurales a cielo abierto, generando la pérdida de la mayoría del material reciclable y una degradación ambiental por los químicos que quedan en el suelo, aguas subterráneas y aire al comenzar a desintegrarse.
La producción de bolsas plásticas supone una gran demanda de energía, agua y uso de recursos no renovables en el proceso de fabricación.
Cabe preguntarse, y alentar el planteo en nuestros afiliadas y afiliados:
Entregando las bolsas compostables en los casos estrictamente necesarios y no dándolas y recibiéndolas como gesto automático, el SECZA contribuye a la reducción de residuos urbanos, al impacto ambiental y el consumo masivo de recursos no renovables, ya que no hay planeta B y el mundo está al borde del límite de disponibilidad de recursos. Un ambiente sano es base para el desarrollo socioeconómico y personal de las generaciones actuales y futuras.
Estas bolsas son alternativas asequibles, están fabricadas con aceites y almidones vegetales, es decir, se utilizan recursos renovables y de bajo impacto ambiental en su producción. A su vez, una vez entregada una de estas bolsas se fomenta su reutilización, prolongado su vida útil.
Las bolsas compostables son biodegradables, se desintegran completamente en la tierra transformándose en materia orgánica en un plazo de 180 días. Su textura es propia de los bioplásticos, aptas para compost (descomposición de residuos vegetales que se convierten al fin del proceso en tierra o abono para plantas) y su flexibilidad y resistencia al volumen y al peso es igual a las bolsas plásticas tradicionales. Su único cuidado es ser almacenadas al abrigo de la humedad y del sol, ya que favorece su descomposición. Su vida útil es de aproximadamente seis meses, una vez transcurrido este tiempo, las bolsas compostables se entierran en el suelo y comienza su proceso de desintegración natural, transformándose con el tiempo en materia orgánica. Nuestras bolsas son también hidrosolubles, quiere decir que si llegan al medio acuático, como un arroyo o el mar, su proceso de descomposición se realiza, aunque demorando un poco más que de haber sido enterradas. Se logra así un ciclo de la materia orgánica que se cierra evitando la contaminación de los suelos o las emisiones que provoca la transformación de los residuos.
Con esta campaña de reducción de uso de bolsas plásticas y entrega sólo de bolsas compostables en casos necesarios, el SECZA busca motivar y crear conciencia ambiental en la sociedad en que la se desarrolla, apostando y trabajando por espacios públicos salubres.
Las bolsas de tela o friselina (si bien son reutilizables) demandan muchísima energía agua y otros recursos en su proceso de producción, comparable a las bolsas de plástico tradicionales. Estas bolsas no se degradan y se calcula que cada bolsa de tela debería usarse unas 20.000 veces para disminuir el impacto ambiental que generan, lo que podría traducirse en utilizarla todos los días durante unos 55 años. Su proceso de reciclaje una vez descartadas es muy costoso y a veces no viable.